¡Hola!

Persona normal, lector y escritor. Encontraréis mi libro en esta sección. Se llama El don de los sueños y espero que os guste. También encontraréis información sobre él en Anexo de El don de los sueños, algunas de mis reflexiones en Mi vida, mier** dia a dia, y algunas recomendaciones en Libros gominolosos y Series y pelis que merecieron la pena.
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martes, 15 de mayo de 2012

Primer capítulo de El don de los sueños

¡Por fin he acabado el primer capítulo de El don de los sueños! Disfrutadlo =D

Capítulo 1 

Y allí estaba yo. Corriendo sobre el camino de hierba que bordeaba la carretera. Intentando que el aire llegase a mis pulmones. No lo conseguí. Nunca había sido una buena atleta, así que pronto llegó ese vacío en el pecho y el picor de los ojos, como si no hubiera dormido esa noche. Bajé la cabeza, cerré los ojos durante un momento y, cuando estaba a punto de parar, oí un fuerte golpe justo en mi piel. Por un momento no sentí nada, por ese instante de sorpresa que precede al dolor. Noté que un grito salía de mi garganta, y luego caí sobre el suelo.
Me quedé unos segundos ahí tumbada antes de intentar incorporarme. ¿Contra qué me había chocado? La última vez que había mirado, las tapias que separaban lo jardines de las casas estaban a varios metros de mí, y los coches se deslizaban tras una cortina de árboles con la que me habría topado antes. Y estaba segura de que ninguna persona tenía esa forma.
Alcé la cabeza, pero el sol me cegó. Era extraño. El verano se aferraba al final de agosto y nuestra estrella no se había asomado más que algunos días. Igualmente, ese no era un tema que me preocupaba especialmente mientras me sacudía las manos de tierra.
Y entonces lo vi. Era un cartel, con un soporte grueso y oscuro, como esos que había visto en la ciudad. Pero esta no era más que una ignorada zona de las afueras, sin suficiente casas para que se pudiera considerar un barrio residencial. Y aquello era antinatural, bloqueando la calle, dejando apenas espacio para pasar por los lados. Era gigante. ¿Cómo había podido no verlo? Había mirado la calle y no había encontrado más que el ambiente de siempre, el del lugar en el que había crecido.
De repente, miré el contenido del anuncio, o, mejor dicho, la noticia:
Después de la insólita caída de un objeto desconocido sobre el Océano Pacifíco, acompañado de unas luces rojas para las que no tenemos explicación, se ha producido el mismo suceso durante la noche del 1 de septiembre en la región. Por favor, si tiene conocimiento del lugar al que afectó o los restos del fenómeno, póngase urgentemente en contacto con su oficina de policía más cercana.
¿Un meteorito? ¿Un regalo de extraterrestres? Desde luego, ese día parecía querer hundir mi vida con las cosas más inesperadas que me habían pasado.

Todo había comenzado apenas unas horas antes.
Mi nombre es Sara. Catorce años. Viviendo con mi padre, mientras él se encargaba de una ferretería. No ganaba mucho dinero, pero eso era suficiente.
Apenas faltaban días para el comienzo del nuevo curso. Genial. Otra vez todos mis compañeros burlándose de mí, haciendo bromas molestas y haciéndome sentir como una intrusa en este mundo. Pasé todo el viaje en autobús con la cabeza apoyada sobre el asiento y los ojos cerrados. Al otro lado, un chico de mi clase se dedicaba a pegar chicles en la pared del vagón mientras reía discretamente. Ni siquiera me saludó. Deseé que el conductor se girara y empezara a gritarle. No suelo ser así de mala con la gente, pero ese crío ya había hecho de mi vida un infierno durante mis últimos once años. Desgraciadamente, nadie vino, así que esperé hasta que saliera y las puertas estuvieran a punto de cerrarse para bajar yo también.
Mi colegio era un edifico alto y rojizo, como una torre mal hecha. A mí siempre me había parecido una cárcel, aunque tampoco se podía esperar mucho de un barrio como el mío.
Entré y avancé por los pasillos mal iluminados. Todo igual de desagradable que el año anterior: mi desgastada taquilla, las manchas que nunca se podrían quitar, las ruidosas clases. Me acerqué a mi aula. Ahora vendría la aburrida charla sobre lo que esperarían sobre nosotros los siguientes meses y sobre lo que estudiaríamos en las materias. Cuando estaba a unos pasos del umbral, noté como una manó se apoyaba en mi hombro. Me giré rápidamente, con miedo de que me tiraran algo encima (cosa que ya había ocurrido más de una vez con refrescos e incluso una araña), pero lo único que vi fue la cara de Diego, el chico más atractivo de mi clase. Me quedé mirando sus ojos verdes sin que me importara lo que pensara, y estaba tan ocupada fantaseando con lo que me diría a continuación que ni siquiera me planteé la verdadera razón de que quisiera decirme algo. Diego solía ser amable conmigo y apenas se reía de mí, lo que lo había convertido en mi amor platónico. Porque a él nunca le gustaría alguien como yo.
-Sara, solo quería decirte que…
-¿Le estás jurando amor eterno?
Todo el aliento que había contenido salió de entre mis labios, y me giré a tiempo para ver como el chico de los chicles del autobús se acercaba hacia nosotros.
-¡No! –respondió Diego.
Había un leve matiz de asco, y eso me dolió.
-¡Oh, que pena! Me hubiera gustado verlo –continuó el otro chico.
Diego se acercó a él y le golpeó en las costillas, jugando. Su amigo le siguió de manera más fuerte, empujándole en el pecho y golpeándole la cabeza contra la pared. Yo estaba nerviosa. En un impulso me acerqué a intentar separarles, pero lo único que recibí fue un codazo en la tripa.
Yo siempre había sido bastante tímida, la clase de persona que no responde durante las discusiones o cuando la insultan, aunque en mi caso era por la convicción de que iba a salir peor de lo que estaba. Pero en el fondo les odiaba, y dentro de mí, cada vez que hacían algo así, me imaginaba defendiéndome, diciendo cosas que les hicieran sentir lo mismo que a mí hasta que me pidieran perdón por todo. Y todos esos sentimientos, con ese golpe, salieron impetuosamente.
Me coloqué en frente de aquel chico y le escupí, antes de arrepentirme de todo eso. Con todas mis fuerzas y mi energía.
-¿Qué querías decirme? –le dije a Diego, mientras el otro se limpiaba la saliva de las pestañas.
En tres segundos habría reaccionado e iría a por mí con todo su odio.
Tres.
-¡Ah!, solo quería decirte adiós.
Dos.
-¿Adiós por qué?
Uno.
-Porque te vas a marchar de aquí y no volverás a este colegio.
Cero. Una bomba. El otro arremetió contra mí. Yo abrí mucho los ojos, sorprendida por lo que había dicho Diego. Sentí que mi corazón estaba a punto de estallar y, entonces, el director del instituto, al que solo había visto unas pocas veces en mi vida, apareció y se interpuso entre el chico y yo.
-Sara. A mi oficina. Ahora.

-¿Me voy? ¿Adónde? ¿Por qué mi padre no me lo dijo?
El director, hombre mayor y serio que me había tomado cariño en las pocas reuniones con él que había tenido, me miró a los ojos.
-No lo sé. Nos lo comunicó hace un par de semanas, pero no nos dio más datos.
-¿Dos semanas? Pero, ¿por qué?
El director comprendió que esa última pregunta no estaba dirigida a él y se abstuvo de contestar.
-Le tenemos que dar esta carpeta. Su expediente.
La cogí cuándo me la tendió y la abrió. Había una foto de cuando yo empecé el instituto, hacía pocos años, bastantes papeles y una cartulina donde pude ver unas luces rojas, como ojos malignos, cayendo desde el cielo nocturno. No leí las palabras que acompañaban la imagen, pero se la mostré al director a modo de pregunta.
-Nuevas noticias. No tiene que ver contigo; ya las leerás.
Asentí. El hombre hizo un gesto con la cabeza y yo salí de la habitación, tan rápido como me lo permitían mis piernas, corriendo a toda velocidad para obtener esas codiciadas respuestas que solo mi padre podría darme.

Tras mi pequeño accidente con le cartel que, como pude comprobar, era exactamente igual al papel que me había dado el director, seguí recorriendo la calzada con el corazón palpitante. Evité una rama especialmente baja que amenazaba con encontrarse con mi cara y, en los últimos metros, volví a correr de nuevo, sin preocuparme del dolor en la tripa ni la sensación de mareo provocados por el esfuerzo y la confusión por todo lo que había descubierto. No me molesté en aminorar la marcha; frené agarrándome al buzón del poche, que evitó que me estrellara contra la puerta de la entrada. Un letrero desgastado coronaba la pared del cristal a través del cuál se podía ver la tienda de mi padre, que ocupaba la enteramente la planta baja de la casa. En el piso de arriba, solo estaban los dos dormitorios, un baño y un salón unido a la pequeña cocina. No podíamos tener más.
Entré en la tienda, agitando los papeles y a punto de gritar el nombre de mi padre, cuando me di cuenta de que había una mujer frente al mostrador. Me quedé quieta frente a ella, sintiéndome como una pequeña estatua. No parecía la clase de gente que venía allí. O que fuera a ninguna tienda más que a una de ropa. Su cabello rubio caía en cascada sobre un caro vestido de color canela, acompañado de un buen bronceado y una gargantilla brillante con una pequeña gema incrustada. Unas elegantes gafas de sol me impedían atisbar sus ojos.
-Hola –dije secamente cuando volví en mí.
Me disponía a marcharme cuando hizo un gesto con la mano y me habló con una suave y perfecta voz:
-¡Espera! –me sonrió con una pequeña risa-. Tú debes de ser Sara, ¿no?
Iba a preguntarle por qué sabía eso cuando oí un pequeño estrépito procedente del pequeño almacén de la tienda.
-Ángela, ¿no crees que nos estamos preci…?
Mi padre, recién salido de su pequeño depósito, se calló en cuánto alzó la cabeza y me vio. Soltó una risa incómoda y se ruborizó de esa manera que solo él sabía y que le hacía parecer un niño. Bien mirado, todavía seguía siendo bastante joven, al menos para tener una hija de mi edad; e incluso atractivo, con sus ojos azules extraordinariamente claros y su flequillo claro despeinado hacia arriba como si aún fuera un veinteañero. Había intentado rehacer su vida tras divorciarse de mi madre, conocer chicas por una agencia de citas, pero con ninguna había logrado esa sensación especial que, según él, “te hacía querer vivir mil años más para estar con ella y convertía su risa en tu único sueño”. Y luego añadía que eso también le pasaba conmigo porque siempre sería su niña.
-Sara, esta es Ángela –dijo tímidamente.
Aunque era la persona más elocuente que he conocido y era capaz de componer unos poemas preciosos, su don de las palabras se esfumaba cuando estaba nervioso. Por eso odiaba las discusiones y evitaba hablar de temas desagradables o, en este caso, como no era difícil de adivinar por su expresión, incómodos.
-¿Por qué me voy a marchar del colegio?
-Esperaba que no te enterases así…
-¿Y cómo querías que lo hiciera? –estallé-. ¡Lo decidiste hace dos semanas!
Hubo un silencio incómodo, sin ningún sonido.
-Creo… Creo que debería irme –dijo Ángela, quebrantando la tensión.
 Cogió su bolso del mostrador y se disponía a salir cuando mi padre, con una agilidad que yo no había visto nunca, saltó por encima de un baúl de herramientas y le agarró por la muñeca. Yo contemplaba la escena sin moverme, mientras empezaba a notar un desagradable zumbido en las orejas.
-¿Qué ocurre aquí? –pregunté al final con un hilo de voz, con el presentimiento de que esa pregunta me llevaría a la temida respuesta.
Mi padre me miró fijamente un segundo, con una mirada fruto de la melancolía, la felicidad, el arrepentimiento y, al final, un matiz de miedo.
-Ángela y yo vamos a casarnos.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Hola!

Voy a animarme. Voy a escribir un libro =)

Título provisional: El don de los sueños
Argumento: Sara es un adolescente inteligente, tímida y que siente que no encaja en ninguna parte. Vive con su padre, divorciado, que trabaja todo el día en una ferretería para ganar algo de dinero. Su vida cambia cuándo él decide casarse con una mujer multimillonaria, directora de la Academia Damen. Así, tendrá que mudarse allí para vivir con su nueva hermana, Selena. Sin embargo, un misterioso accidente le confiere un extraño don con el que tendrá que lidiar mientras intenta equilibrar su nueva vida (incluyendo a Leo, un chico guapo y popular), su nuevo poder y el no encajar en una sociedad de niños ricos divididos en dos bandos, en la que también encontrará buenos amigos.

Miradlo en la página de Mi libro: El don de los sueños.

Comentad: ¿qué os parece? ;)